No hay herencia más valiosa que la sabiduría de nuestros antepasados. Estas cartas recogen los valores transmitidos por una familia de viticultores que, durante cuatro generaciones, ha cultivado la vid y ha mantenido intacta su pasión por el vino.
Todavía recuerdo aquella cosecha como si la hubiera recogido ayer mismo. Acabábamos de entrar en el nuevo siglo y las témporas preveían un año de fábula. Y no fue para menos…